Una mañana cualquiera, me desperté sin más. No había sido el único. Caminando aún entre brumas me dirigí a la cocina, temiendo abrir una puerta y encontrarme en alguna región particularmente denigrante de mi subconsciente, siguiendo el murmullo de dos voces femeninas. Temiéndome lo peor, abrí la puerta y me encontré con mi madre y mi hermana transmutadas en sendos borrones de enormes ojos interrogantes que, inmediatamente, enmudecieron y pusieron sus miradas en fuga, cual trileras sorprendidas in fraganti. Dentro de mí, Sherlock Holmes se arrebujó bajo las sábanas y gimió:
-Cinco minutitos más, por Scotland Yard…
…asentí interiormente, ensayé mi mejor cara de pasmao, me rasqué con desinterés un cachete del culo para redondear la escena y me fui a prepararme un café. Algo se traían entre manos. Notaba sus miradas en la nuca mientras intentaba desmontar la cafetera. Notaba cómo conspiraban con leves miradas. Sentía sus miradas en el cogote mientras intentaba recordar, una mañana más, en qué sentido se desenrosca una cafetera. Sentía cómo ese par de telépatas se hacían confidencias en fugaces sonrisas. No las noté mientras maldecía a todas las cafeteras del mundo, pero sé que se infundían mutuamente paciencia ancestral para con todo mi género. Las noté hasta que capitulé y me decidí por la cafetera de émbolo. Entonces pude sentarme entre ellas. Una vez que comprobaron que mantener una ceja en alto no bastaba para echarme, pusieron los ojos en blanco y confesaron:
-A tu hermana le ha venido la reg… ejem, tu hermana está mala.
-No creo que esa expresión la haya acuñado una mujer –saltó Holmes en plan House, reivindicándose el hombre.
-¡Calla, insensato! –me apresuré a decir. ¿Es que quieres hundirnos? Ni un solo comentario en esa línea o las perdemos. Es un tema sensible, mi hermana puede sentirse incómoda. Somos hombres y quizá la intimidemos, no sabrá cómo comportarse ante nosotros, debemos ser en extremo cautelosos, comprensivos y sensibles.
-Por Enrique VIII, cuánto remilgo…
-Tú nunca te casaste ¿no?
-Well… yes... you know… yo tenía que salir a por rapé…
Olvídale. Piensa rápido. Piensa rápido. Veamos. Es un momento importante, esperado y quizá temido, debes transmitirle naturalidad ante todo, así que muestra alegría. Alegría. Alegría. Naturalidad y alegría. ¿Y qué más? ¿Qué más? Empatiza, hombre, empatiza, eso es. Pregúntale algo. Duele, eso es, la regla a veces duele, pregúntale sobre eso. Vamos, vamos, que ya lo tienes:
-Estoo… eeh… Joder que bien, ¿no? ¿Y te duele o qué?
Mi hermana me retiró la mirada. Mi madre me retiró la mirada. Todos nos refugiamos en el televisor, que no pudo tener mejor puntería:
“…y ahora pasamos a hablarles de un videojuego que está causando polémica. Un videojuego al que han tachado de innecesariamente SANGRIENTO…”
De repente mi hermana se puso tensa. Se incorporó con los puños cerrados, la cara iluminada como un farolillo y furia homicida en la mirada. Tenía un par de cosas que decirle al mundo. Se había descubierto a sí misma contra todo, contra todos. Había descubierto que ciertas situaciones requieren una actuación contundente. Ya sólo una afirmación certera en el momento adecuado podría ayudarla. Y ahora podía, vaya si podía, ahora ya era una mujer. Acababa de descubrir EL SENTIDO DEL HUMOR. Gritó con todas sus fuerzas:
-¡¡¡PARA SANGRIENTO MI CHOCHOOOOO!!!
La ostia que le arreó mi madre aún hace eco en algún lugar del mundo.
Para uno que vino solo y se fue escoltado.
5 comentarios:
Jajajajajaja.
jjajajajajaj
Cre que éste es mi favorito!!!
Te veo en clase!!
Hacía falta ser tan claro,te has pasao señorito.
Hombre, si te refieres a aquello del chocho, es meramente descriptivo, yo también hubiese dicho algo así como: "cielos, mi cosita si que está como dice ese cruel, cruel hombre del noticiario"; es lo que tiene vivir en un mundo de cafres.
Aunque tienen gracia los jodíos...
jajaja q bueno tu!tenían que haber puesto en la tele en sesión de tarde la escena del cortacesped de "Tu madre se a comido a mi perro" que tanto nos gustó jaja....me tengo que hacer con uno de esos..
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