Eran mediados de Agosto en las fiestas de un pueblo próximo. El último verano que pasé en las fiestas del pequeño pueblo natal de mis padres. Estábamos en la plaza de toros ya de madrugada, y se comenzó a escuchar un griterío calle arriba. Poco después apareció una silueta de un hombre montado en un carrito del Carrefour que bajaba la calle sin control hacia el ruedo donde nos encontrábamos nosotros bebiendo. En cuanto las ruedas hicieron contacto con la arena de la plaza el ocupante salió varios metros disparado. Al instante, se levantó y con los ojos enrojecidos y en un dialecto extraño nos pidió que le echáramos otro mini de Dyc con naranja.
Cuando terminó la fiesta volvíamos al pueblo en el coche de un amigo, estaba amaneciendo y como todos dormían atrás, quite el Cd de los Chichos, metí otro en Mp3 que había grabado poco antes de salir de Madrid unas semanas antes. Estaba bastante cansado de escuchar de nuevo el último disco de Manta Ray y salté varios discos sin recordar que carajo había metido. Inmediatamente empezó a sonar un bajo tan contundente como el del Doolittle, que había descubierto poco antes, pero entendiendo lo que decían. Y parecían decir lo que yo estaba sintiendo en ese momento de mi vida. La canción se llamaba Mi hermano carnal.
Yo conocía al tipo del carrito. Era un amigo de mi prima. Mi prima y la mayor parte de su generación ya hace tiempo que no visitaban el pueblo en verano. Me intento explicar que lo de aquel día no era algo excepcional. Ya hacia unos meses que se había dejado llevar por el camino del exceso. Todo tenía una explicación. Su novia de toda la vida hacía 2 años que lo había dejado. Tiempo suficiente para haberlo superado, le conteste. A veces las cosas no se superan nunca, me repuso. El tipo durante esos dos años, me siguió contando, mantuvo la esperanza un tanto adolescente de volver con ella hasta que un día de navidades, en el bar, alguien comentó que su antigua novia de toda la vida estaba embarazada. De otro hombre por supuesto.
Cuando subíamos la cuesta del pueblo en aquel amanecer de verano, yo volvía de un viaje sideral con Surfin Bichos. Al día siguiente por la tarde subimos a echar un partido de frontón. Probablemente es lo que más hecho de menos de esas tardes de verano. Eso y los botellines de después con la parroquia. Aquel día entre esa parroquia estaba el amigo de mi prima. Todavía borracho desde la noche anterior apuraba un anís mientras nos insultaba. Obviamente la multitud le perdonó el descuido e ignoraban los improperios.
Hace unos días me enteré que mi prima pasaba cerca de mi casa en sus paseos diurnos. El médico le ha obligado a recorrer cinco Kilómetros diarios andando, además de no fumar, escuchar música y hacer toda la vida normal que pueda. Ahora es ella la que está embarazada y aproveché para acompañarla en su paseo por el Parque de las Naciones. Entre ecografías en tres dimensiones, pijamas para bebes y cunas del Ikea recordamos parte de la historia de su amigo. Parecía reacia a hablar del tema y yo algo maleducado insistí más de lo debido. Benito se mató, Jorge, ya hace unos meses, creí que te habías enterado. Fue esté Otoño, volvía al pueblo en el coche y se salió de la carretera. Cayó a un canal y se ahogó, dijo con frialdad.
De la conversación no recuerdo mucho más. Le prometí que le regalaría una copia de un cortometraje que había hecho, y me pidió que le pasara algunos discos, que le apetecía escuchar algo nuevo, que se fiaba de mi criterio. Seleccionando algunos discos encontré la discografía de Surfin Bichos. Recordé la madrugada en que los descubrí y puse Hermanos Carnales, su gran obra. El disco sonó lento, cadencioso, me sorprendí canturreando cada una de las letras, incluso le encontré un cierto atractivo a los alaridos desinflados de Fernando Alfaro, algo que en el pasado me hizo odiarlos. De repente sonaron cuatro acordes de una nana y después una letra bellísima que hablaba del Otoño, me asusté y lo corté. No recordaba haberla escuchado nunca. Alguien muy parecido al protagonista de la historia de mi prima, con el mismo tono de voz, contaba la misma jodida historia en la canción. Apagué el reproductor y me bajé a ver la tele contrariado. Al día siguiente volví a poner el disco, esperé paciente a que sonara de nuevo la canción, pero no sonó. Volví a poner cada una de las canciones del disco, me bajé las reediciones a ver si el día anterior había escuchado un bonus track o algo parecido, pero la canción seguía sin aparecer. No se trataba de una confusión, recuerdo muy bien la letra, pero esa canción no estaba en el disco. Quizás la confundí con otra de las canciones. De todos modos si la escuchan en algún lugar, en algún momento, no duden en avisar. Yo todavía la estoy buscando.
Aqui os dejo con pecholobo Fernando Alfaro
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