Segundo de Chomón lo anunció a grito pelado:
-¡Tenemos la sangre! ¡Viene de camino!
Esas dos frases deberían aparecer en el manual sobre “cómo hacer feliz a un aspirante a cineasta”, capítulo “mitos y fetiches”. Ya podíamos llevar dos días trasteando con la cámara, tropezándonos con los cables del sonido, asándonos con los focos o peleándonos con la Dolly que hasta ese momento no sentimos que aquello que estábamos haciendo podía ser cine. Adiós, tomate Orlando, ándale manito, vaya usted con Dios. El primer rodaje con sangre de verdad, de pega, pero de verdad. Moola.
Mientras esperábamos era muy difícil no dejar volar la imaginación, la sangre justifica por sí misma planos enteros, secuencias enteras, historias, películas, demonios, ¡géneros enteros! Fuera los remilgos, las coartadas intelectuales bien lejos, en ese momento yo quisiese haberle dedicado una oda a la sangre.
El protagonista sería un Testigo de Jehová que ha sido mordido por un vampiro, y no por uno cualquiera, sino por un vampiro ¡con casino! ¡Y con furcias! Asistiríamos a los primeros tentempiés de Genaro, nuestro hombre de fe, consistentes en exuberantes damiselas que una vez mordidas pasarían a formar parte del ejército del vampiro, compuesto únicamente por despampanantes putones. En un momento dado podría barajarse que el don vampírico aumentase un par de tallas de busto, por aportar algo nuevo al género.
Sin embargo, los antiguos compañeros de Genaro, viéndole disfrutar de la vida más de lo habitual, decidirían tomar cartas en el asunto y presentarse en el casino armados hasta los dientes, pese a que en principio no puedan ni oler las armas, y entonces empezaría de verdad lo bueno. El objetivo sería llegar a utilizar unos dos o tres camiones cisterna de sangre de pega por cada metro de celuloide, o su equivalente en digital, en una orgía de miembros cercenados, tripas voladoras y herejías varias. ¿Un musical? ¿Y por qué no un musical?
En esas andaba yo cuando llegó la sangre. Un paquetito que contenía tanta magia del cine como las pistolas cogidas de medio lado, los sables de luz o los trajes de mafioso. Nos abalanzamos sobre él con tantas ganas que parecíamos caníbales que hubiesen encontrado un explorador después de tres días de larga caminata, y nos las vimos con el envoltorio de la sangre. ¡¿Ositos de peluche?!
Hace falta ser sádico.
2 comentarios:
Ositos ensangrentados!! Me encanta!! Recuérdame que te enseñe un regalo que hice hace tiempo..
P.D.: Este post me recuerda una canción: Bela Lugosi´s dead (Bauhaus 1979) http://www.youtube.com/watch?v=zq7xyjU-jsU
P.P.D: ¿Te gustó el CD de Cinema Strange?
Clara
Pues sí, si que me gustó, de alguna forma me alegró todo el camino de vuelta a casa, y eso que ya iba bastante contento, que había sido una noche llena de buenos hallazgos.
Espero que os gustase el nuevo de Portishead, yo aún no le he hincado demasiado el diente al dark folk, pero pronto me pondré a ello.
Por cierto, todavía le debemos una visita a los monstruos, un día habrá que ponerse a ello.
Un abrazo muy fuerte.
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