jueves, 27 de diciembre de 2007
La lista
MEJOR DISCO INTERNACIONAL
1.In Rainbows-Radiohead
2.The Boxer-The National
3.Neon Bible-Arcade Fire
4.Magic Position-Patrick Wolf
5.Sound of Silver-Lcd Soundsystem
6.Gagagagagagagagagagagagagagagagagagaga-Spoon
7.Strawberry Jam-Animal Collective
8.Some loud Thunder-Clap your hands say yeah.
9.Back to black-Amy Winnehouse
10.Jarvis-Jarvis Cocker
MEJOR DISCO NACIONAL
1.La Leyenda del Espacio-Los Planetas
2.La Costa Azul-Sidonie
3.Batiskafo Katiuskas-Antonia Font
4.Triangulo de amor Bizarro-Triangulo de amor Bizarro
5.Verano Fatal-Nacho Vegas y Cristina Rosenvinge
6.La lengua Popular-Andres Calamaro
7.Aproximaciones-Pereza (Mención Especial)
8.Lisabö-Ezkeluak
9.Set tota la vida-Mishima
10.El shock de Leia-Lagartija Nick
MEJOR CANCIÓN INTERNACIONAL.
Atlas-Battles
Peacebone-Animal Collective
Four Winds-Bright Eyes
Revival-Soulsavers
All My Friends-Lcd Soundsystem
MEJOR CANCION NACIONAL
Wa Yeah!- Antonia Font
El canto del Bute-Los Planetas
Estrella Azul de España-Triangulo de amor Bizarro
Soy tuyo-Andres Calamaro
Beatles-Pereza
Videoclip
Peacebone-Animal Collective
Wa yeah-Antonia Font
Atlas-Battles
D.A.N.C.E- Justice
Menomena-Evil bee
lunes, 24 de diciembre de 2007
Carrefour les desea feliz Navidad
Desde el advenimiento de la Democracia los vecinos de Hortaleza vienen realizando su propia Cabalgata de Reyes. Se reúnen distintas asociaciones, deciden el tema de cada carroza, la diseñan, presentan un presupuesto a la Junta de Distrito, reciben el dinero y ponen en marcha el plan. Por fin, la noche del cinco de enero se disfrazan y recorren todo el distrito repartiendo caramelos e ilusión. No es la cabalgata más espectacular, pero es una actividad bonita en la que se implican gentes de todo el barrio, de forma altruista, para disfrute de los más pequeños. Este año no.
La nueva concejal de Hortaleza, Elena Sánchez Gallar, hasta las elecciones de mayo responsable de Ciudad Lineal, ha decidido como su primera acción en el cargo privatizar el evento en base a dos argumentos: la seguridad y la excelencia. El primero es absurdo y apenas se mantiene en pie, pues en veinte años nadie recuerda incidente alguno digno de mencionarse ni durante la cabalgata ni durante su preparación; y en todo caso siempre se puede buscar alguna fórmula para mejorar la seguridad dentro del sistema tradicional. El segundo resulta un insulto a la gente que ha trabajado en las carrozas a lo largo de todo este tiempo, diciéndoles que sus creaciones son una basura, por más que confesó no haber acudido nunca a la celebración. Os merecéis algo mejor, os guste o no (hacia el minuto 8:30).
La organización se ha abierto a concurso público. Curiosamente, sólo se ha presentado una empresa, Yeiyeba SL, que se ha llevado el encargo y 70.000 euros. Más de lo que han dado jamás como subvenciones a los vecinos, claro, así ya podrán montarse una cabalgata mejor. Sin embargo, no es sólo dinero que va a mayor lucro de dicha empresa, es también dinero que deja de circular por el barrio. Hasta ahora las asociaciones construían sus carrozas comprando listones al carpintero de la esquina, papeles a la papelería de enfrente, pinturas en aquel taller... todos estos pequeños comercios dejan de benerficiarse con la actividad.
Por supuesto, más allá del interés económico, está la implicación de la gente que se reúne y trabaja para un proyecto común, estrechando lazos entre vecinos. Cientos de personas que colaboraban a lo largo de un mes y conseguían sacar adelante un tinglado de estas proporciones. Es preferible que el tipo de ahí al lado siga siendo un extraño. Y los niños, ¿es que nadie va a pensar en los niños? A todos esos chavales que elegían el tema de la carroza, que se pasaban diciembre haciendo manualidades, que se construían un disfraz, ¿qué les queda? Todavía les dejan subirse a las carrozas (patrocinadas) a lanzar caramelos, pero la ilusión no es la misma.
Para rematar, el tradicional recorrido por todos los barrios del ditrito es sustituido por el "del distrito en expansión, adonde llega el metro y el autobús", según la concejal. Es decir, en torno a la zona bonita, la del centro comercial en el acabará (esta vez, por cierto, sin los fuegos artificiales de toda la vida), y obviando esos guetos de la UVA, Santa María, San Lorenzo. No nos vayan a estropear la foto.
Todo esto ha llevado a que las asociaciones que hasta ahora se encargaban de la cabalgata se movilicen en contra de esta privatización. Enviaron una carta a la ínclita y ya se han hecho eco del asunto varios medios de comunicación. Ahora andan recogiendo firmas para presentar ante la Junta de Distrito, aunque sin muchas esperanzas en poder cambiar algo. El debate interno se divide entre los que quieren seguir participando en lo poco que todavía les dejan y los que se niegan rotundamente a entrar en el juego y proponen acciones de boicot. Yo, desde luego, me alinearía con esta senda kamikaze: haría propaganda en el barrio para disuadir a los vecinos de acercarse al desfile; aseguraría a la organización que acudiríamos a subirnos en las carrozas y luego les dejaría plantados o sacaría pancartas de protesta desde las alturas o lanzaría pasquines junto a los caramelos; o me plantaría en medio del recorrido para hacer visible la protesta. Tratar, en fin, de conservar algo de dignidad.
Leyendo el título alguien podría haber pensado que iba a empezar a despotricar contra estas felices fiestas por el cariz consumista que han ido adquiriendo. Nada más lejos de mi intención. Como dice el imprescindible Rafael Reig, lo bueno de estas fechas no es aproximarnos a Dios, sino que "está en las comilonas y las borracherías bien acompañado" y en el recuerdo de las alegrías infantiles, añado. Vacaciones, gente nueva en casa, dulces, regalos, películas de dibujos, banquetes pantagruélicos y algún sorbito de champán. Pero, más allá de todas las cosas materiales, se percibía también un ambiente más relajado, alegre, cercano. Los problemas de todo el año quedaban en un segundo plano en pos de la concordia familiar, de una atmósfera de inocencia para los niños.
Eso es lo que han arrebatado a los vecinos de Hortaleza, la posibilidad de unirse al psicópata del piso de arriba que arrastra muebles los domingos por la mañana y a la desalmada que fríe sardinas en el balcón cuando terminas de tender la ropa y al cerdo que deja la basura chorreante en mitad del descansillo y al desgraciado que no centra su coche en la plaza de aparcamiento obligándote a hacer el doble de las maniobras necesarias. Unirse todos, olvidando los roces del día a día, para sacar adelante un proyecto cargado de ilusión que haga felices a los más pequeños y, aunque sea un espejismo de apenas unos días, también a los mayores.
viernes, 21 de diciembre de 2007
Cachete con cachete
El problema con la primera redacción del artículo era que, tanto la ONU como las organizaciones de protección de la infancia consideraban que el maltrato es una forma “razonable y moderada de corregir a los hijos”… perdón, creo que me he liado con la redacción, quería decir que consideraban que “corregir razonable y moderadamente a los hijos” puede ser maltratarles… no, bueno, eeeh… vale, admito que no estoy en disposición de contarles lo que querían decir exactamente, pero más o menos venían a decir que la antigua redacción del artículo era como dejar barra libre de capones, así que se propusieron arreglarlo.
El caso es que pensaban que con la redacción “con respeto a la integridad física y psíquica” todo quedaría más atado. De esta forma, ahora se considera que maltrato y cachete pueden ser una misma cosa, y pueden conllevar la misma pena, siempre que el juez estime que lo son. ¿Y saben cómo lo decidirá? Efectivamente, juzgando caso por caso si el castigo ha sido razonable y moderado. Pues bueno, pues vale, pues todos contentos, pero aquí alguien se merece una colleja.
miércoles, 19 de diciembre de 2007
Os odio, os odio tantísimo...
EL KIWI
No, no es un cojón con patas, es la mascota nacional de Nueva de Zelanda. Los zoólogos lo consideran un ave, por aproximación, pero tampoco crean que les gusta demasiado que saquen el tema. Analicemos someramente su fisonomía:
Un redondel gordo para el tronco y otro redondel más chico para la cabeza, ahí, innovando, un par de patas porque la mayoría de bichos vienen con alguna de serie, que en su momento se pensó en otros par de redondeles, un pico esmirriado y un par de alas como por compromiso, porque ya le habían puesto el pico y les sabía mal dejarlo sin alas, pero lo que es servirle para volar, nanay de la China.
Vamos, que tampoco se rompieron la cabeza para hacerlo. Más bien pareciera que, cuando terminaron de montar todas las especies, tuvieran un momento IKEA, se encontraran con que les sobraban unas cuantas piezas y decidieran que sí, que de ahí todavía se sacaban un pollo.
Obviamente, a la luz de la soluciones de diseño que se tomaron, cualquiera piensa que eso que contaba el tal Darwin era un camelo de los gordos, y ahora los creacionistas están convencidos de que tienen razón. Aún recuerdo cómo pude ver a un predicador exhibiendo uno de ellos en una vitrina, en medio de una conferencia, mientras le espetaba a los fieles:
-Si las especies evolucionan gracias a la ley del más fuerte y la mutación más útil, entonces, ¿¡Cómo demonios explican ESTO!?
Los murmullos de estupefacción se extendían por toda la sala, los hombres fruncían el ceño ante tal abominación, las mujeres gritaban y se desmayaban de la impresión, un par de personas cedieron a la histeria y huyeron desesperadas, proclamando la llegada del apocalipsis. Al fondo, una niña ocultaba su carita entre los bucles dorados de su pelo, coronados por un enorme lacito rosa, mientras se preguntaba entre sollozos:
-¿Por qué nos odia tanto nuestro Dios?
No se apiaden de los kiwis. Háganlo por ella. Háganlo por Shiny McCorky, quien perdió a su padre y sus cinco madres, tres de ellas hermanas también, a manos de dos kiwis pandilleros cuando iban camino de la Iglesia. Tras un duro día de trabajo en la granja, la familia McCorky se cruzó con los dos ovíparos que, poseídos por la drogaína, confundieron los restos de paja en la honrada ropa de los McCorky con deliciosos gusanillos y la emprendieron a picotazos con la familia entera. Ninguno de los McCorky pudo defenderse, fascinados ante la repugnante fisonomía de los dos amagos de ave. De sus cuerpos sólo se encontró una llave y los cinturones de castidad de las señoras McCorky. Gente buena y trabajadora que no merecía tal fin.
Háganlo por los McCorky. Háganlo por la joven Shiny McCorky, para que no pierda su fe y no abrace la prostitución. Háganlo por todos los McCorkys y todas las Shiny McCorky del mundo. Observen su mirada, ese abismo existencial, ese destello de maldad en lo más profundo de su ser y no lo duden: si alguna vez ven uno, piensen que su orondo cuerpo es una invitación a calzarse las Predator, empuñar el hierro del 15 o la pala de pelotari y deleitarse observándolos trazar una parábola en el aire. Señores de Greenpeace: no jueguen a ser Dios con los kiwis. Señores zoófilos: caben en una mano, no les digo ná.
A por ellos.
viernes, 14 de diciembre de 2007
Iniciación a la lectura
Hace unos años, cuando ya tenía un libro entre mis manos –un antiguo libro de tapas duras- cuando ya había llegado al nudo, a la parte interesante, tuve que dejarlo temporalmente para centrar mi atención en un encargo del colegio, una novela moderna que nos había mandado leer la profesora de lengua.
En el momento en que volví al primero, al libro antiguo de tapas duras encuadernado en cuero, éste me reprendió con acritud:
- Mira, ya me parece mal que te pases el día mirando con deseo cada clásico que se te cruza, que ojees los libros de otros, y soporto que coquetees continuamente con periódicos y revistas, pero que en mitad de nuestra relación te vayas con otra novela es algo inadmisible.
- No es lo que parece. No es lo que estás pensando.
- Claro, y yo soy tonta. ¡Que no fui impresa ayer!
- Es evidente que he estado con otro libro, pero entiéndelo, yo no quería, me obligaron. Yo estoy mucho más a gusto contigo que estás hecha al hombre, a sus gustos y a sus manías. La otra novela, en cambio, acababa de salir de la librería...
- Así que –cortó el libro antiguo de tapas duras encuadernado en cuero con el título en letras doradas- encima te vas con una más joven que yo.
- No. Bueno, sí. No exactamente. ¿Qué importa la época? Aunque si te consuela, tú eres mejor, disfruto mucho más con tu lectura.
- No, no me consuela. Y no soporto que me hayas sido infiel. Creo que lo mejor será dejarlo por un tiempo.
Era una novela de carácter, desde luego. Sin embargo, yo no estaba dispuesto a prorrogar nuestra relación por más tiempo, así que aquella misma tarde terminé con ella.
Durante la semana siguiente estuve demasiado atareado con los estudios como para leer. Al final cayó en mis manos un libro que había leído no hacía tanto, algo pedante, pero que me había gustado mucho:
- Últimamente te veo un tanto alicaído. Si quieres te puedo presentar una novela, vieja amiga mía, compañera de estante en la librería. Es muy simpática e hilarante. Creo que te subirá el ánimo.
Al día siguiente me encontraba con una edición reciente de una disparatada comedia de Mendoza. El libro estaba a estrenar, inmaculado y, claro, como todos los libros nuevos, se encontraba demasiado rígido y le costaba mantenerse abierto por la página. Es más fácil manejar libros que ya se han leído unas cuantas veces. La ventaja de los libros de biblioteca: están algo manoseados y precisamente eso facilita las cosas. Por no mencionar lo maravilloso de poder elegir entre un extenso catálogo sin compromisos, no como cuando compras un libro y te sientes obligado a leerlo entero aunque no te esté gustando.
- Tengo que confesarte que es mi primera vez- dijo una vocecita aguda.
- ¿Qué?- pregunté algo desconcertado.
- Que nunca antes había sido leída. Siquiera hojeada, como casi todas mis compañeras.
- Oh, no te preocupes, no es la primera vez que estoy en una situación parecida. Intenta relajarte, que todo irá bien.
- No sé si estaré a la altura.
- Por ahora vas muy bien: tienes un planteamiento original, algo surrealista, y me estoy divirtiendo mucho. Pero intenta dejar de temblar, que me cuesta leer así.
No deja de tener cierto punto saber que nadie ha tocado ese libro antes.
En ocasiones recaigo en novelas que ya he leído. Un encuentro casual, salta el recuerdo de los buenos tiempos compartidos, y me empiezo a preguntar si será como aquella vez, si sentiré lo mismo que hace cinco años, si realmente sería una experiencia tan maravillosa o ahora, más curtido, con más mundo, más vivencias, se convertiría en una lectura del montón. Alguna vez ha pasado. Con otras, en cambio, la comprobación ha supuesto una mejora: los detalles buenos que recordaba seguían allí y además descubrí algunos nuevos, incluso mejores, por los que anteriormente había pasado sin fijarme o sin ser capaz de verlos.
En cualquier caso, no sé cómo lo hago, pero no me duran nada los libros. Aunque puedo pasar algunos días sin literatura, en seguida me gana el mono y acabo leyendo lo primero que encuentro en la estantería. Un par de tardes, alguna noche si la cosa se pone muy interesante, y adiós. Durante el curso todavía aguanto algunas semanas, incluso meses, con el mismo; supongo que porque apenas nos vemos. Pero es que durante las vacaciones, en especial en el verano, se convierte en un desfile de títulos, sin apenas descompresión entre uno y otro. Todo el día en la playa tirados, sin más compañía que el sol y el murmullo del mar, sin más pertrechos que una toalla y un bote de protector solar, ensayando nuevas posturas con las que evitar que se duerman las extremidades, tan solo interrumpido por algún chapuzón cuando me acaloro demasiado. En esas condiciones extremas puedo llegar a leer cuatro o cinco novelas a la semana.
Ahora mismo, sin embargo, sin saber muy bien cómo ni por qué, me hayo en un laberinto de lecturas cruzadas del que no sé si seré capaz de salir con buen pie: a principios de curso comencé Octubre, octubre, tras cuatro capítulos empecé El jarama, pero ese mismo día fui a la Fnac y me compré A Long Way Down y The Picture of Dorian Gray. El primero sucumbió de inmediato, el segundo fue abandonado con sólo unas pocas páginas leídas al reencontrarme con High Fidelity en la estantería de un amigo. Para rematar la faena, por mi santo me regalaron Un día de cólera, con el que estuve dos noches, y Tu rostro mañana 3. Verano y sombra y adiós, que no he llegado a abrir, pues la semana pasada tuve un flechazo con una edición de bolsillo de In the Country of Last Things. Cuando acabe con Paul Auster, ¿cuál debería retomar?
jueves, 13 de diciembre de 2007
Sin Amor
Lamentando mucho pisar el hilarante post de Nihilia, debo de hacer una actualización. Hace ya casi dos años que dejé de prestarle atención al torrente de noticias, rumores y desmentidos que desencadena cada invierno los carteles de festivales de verano que ahora son tan populares. El año pasado creo que ya se llego a las cotas más degradantes de la cultura del Hype dentro de los grandes festivales. Innumerables bandas británicas que ni siquiera habían sacado un disco, poblaban la mayor parte de estos concentrados. Aquel año fue el que probablemente la cultura indie más cerca estuvo de la dinámica más abiertamente comercial. Y me imagino que las cosas no cambiaran, por lo menos a corto plazo. Por eso saludo con entusiasmo que en el Fib se hayan decidido a confirmar un grupo tan personal como My bloody Valentine. Hace unos minutos me he puesto el Loveless y me ha lanzado de una ostia a mi post adolescencia. Ahora con perspectiva entiendo lo mucho que ha condicionado a la mayor parte de la música de los 90. En estos momentos estoy escuchando Sometimes, y podría pasar por cualquier tema del "Rock Action" de Mogwai o por cualquier tema lisérgico del Super 8. También me hace pensar que The Jesus & Mary Chain podrían haber alcanzado las cotas del Loveless sin no hubieran metido ruidos de martillo, radiales y sierras mecánicas, junto a perfectas melodías Pop. En fin. Se supone que por eso se llamo Noise.
Sin razón alguna, me niego a titular este post
"Si las naranjas se llaman naranjas, ¿por qué los limones no se llaman amarillos?"
Maldita sea, y ahí estaba ella, desperdiciando su preciosa risa en los rebuznos de aquel infraser. Pronto se redimiría ella, a mis ojos, porque tenía la demencial costumbre de poner la música en el coche a todo trapo y, en cada semáforo en rojo, saltar del coche y ponerse a interpretar la danza de la lluvia a su alrededor. Ni que decir tiene que acepté emocionado participar en tal astracanada. Los malos tragos hacen que los buenos sean aún mejores.
sábado, 1 de diciembre de 2007
Wilco, Duques de Zorratrot
Cómo: en concierto
Dónde: La Riviera, Madrid
Cuándo: Viernes 9 de noviembre de 2007, al caer la noche
Porqué: porque es de lo mejor que se puede ver en directo
Así que Nihilia y un servidor nos presentamos poco después de las ocho en el Paseo de la Virgen del Puerto dispuestos al orgasmo múltiple, hicimos una (equivocada) estimación de cola y decidimos ir por un par de litronas para engrasar la espera. Por desgracia, la gente entraba a un ritmo inexplicablemente alto, algo nunca visto en un concierto en este país, y hubo que dejar buena parte del avituallamiento fuera. Maldita eficiencia.
Una vez en el interior, tras dejar el abrigo en el ropero como la ocasión se merecía, corrimos a tomar posiciones por el atajo del baño (y el inquietante puesto de chucherías que hay junto a la puerta). ¡Córcholis! ¿Pero eso que está sonando no es...? Efectivamente, Jero y demás Sunday Drivers estaban supliendo el desplante de Richard Swift. Debe ser que Wilco se quedó con un buen regusto después de que les telonearan la última vez que actuaron en Madrid y les pidieron un favorcillo. La gente todavía se quejaba de que sólo tocasen un cuarto de hora... El caso es que conseguimos un sitio centrado, delante de la barra, con buena visión del escenario, detrás de un grupo de ciervas. Por supuesto, a continuación llegaron el actor secundario Bob y un émulo de Gallardón de metro noventa, con canas en las cejas, camisa y jersey que no se quitaría en todo el concierto.
Pero íbamos a disfrutar de un gran concierto, por mucho que un alineamiento de cabezones nos nublase la vista del escenario. A las nueve y media, con puntualidad espeluznante, saltó la banda al escenario y atacaron You are my face. Siguieron dos horas de música imparable repasando todos sus discos -tan solo se echó en falta un guiño a Mermaid Avenue-, acabando en el segundo bis con un arranque de rock retrospectivo en el que volvían a sus primeras composiciones. Canciones de corte más clásico, con gran energía, pero que a mí me dejaron algo frío, al menos como remate del concierto. Resultaba difícil superar los diez minutos que habíamos tenido de Spiders en el bis anterior. El setlist completo, aunque en clave, en Muzikalia.
El público madrileño, como es habitual, poco metido en el asunto. Únicamente un grito de alegría desbordada, inexplicable, con las primeras notas de Impossible Germany; buen tema, sí, y mejor desarrollado en directo; pero extraño que fuera lo más esperado de la noche cuando habían tocado y tocarían auténticas maravillas pop. En cualquier caso, la banda parecía pasárselo en grande y estar contenta con la respuesta del respetable.
En fin, que me pongo a quejarme de los pequeños detalles y pierdo la visión global: un concierto enorme: dos horas de música con un sonido perfecto (La Riviera nunca había sonado tan bien), una banda bien engrasada y los temas de uno de los mejores grupos de lo que llevamos de siglo.
Porque, por si alguien ha estado viviendo en una cueva sin radio ni Internet, Wilco tiene a sus espaldas más de diez años de carrera, con seis discos de estudio, un directo y dos preciosidades firmadas a medias con Billy Bragg, en las que musican letras del legendario Woody Guthrie. Desde unos inicios entre el folk y el rock el grupo ha ido evolucionando e innovando sin perder de vista las raíces. Empezó a apuntar maneras con Summerteeth, grabado entre los dos volúmenes de Mermaid Avenue, y se confirmó como uno de los grandes con Yankee Hotel Foxtrot, un disco redondo, repleto de deliciosas melodías. La grabación tuvo grandes complicaciones; de hecho, estuvo a punto de no ser editado y la banda lo compró y lo publicó en su web hasta conseguir interesar a una discográfica -curiosamente, una filial de Warner, cuando en origen había sido repudidao por otra filial de la compañía-. El proceso está registrado en el imprescindible documental I am trying to break your heart (elink).
Nihilia y un servidor salimos extasiados del concierto, seguros de haber asistido a uno de los grandes espectáculos de nuestras vidas. Mientras intentábamos asimilarlo con un whiskey en la mano, decidimos que Wilco se merecía un ducado en La Callecita. Larga vida a los duques de Zorratrot.