El Estado Español, o más concretamente, uno de sus órganos incompetentes, ha lanzado una misiva no amistosa contra uno de los prohombres que forman el Gobierno Tricefálico. Tal misiva consiste en hacerle perder el tiempo inmisericordemente, intentando meterle en la cabeza la conveniencia de emborracharse y contribuir, decibélicamente hablando, a la contaminación de la ciudad de Madrid rascándose el bolsillo en una terracita y no ajustándose a la forma que su maltrecha economía permite. Ante tamaña mezquindad, el Gobierno Tricefálico, en ejercicio de sus poderes legislativos, ha decidido aprobar el siguiente
Capítulo sobre Orden Público
Las alteraciones del orden público serán penadas con mano de hierro por el órgano competente en tal materia:
1.Quedan estrictamente prohibidos el consumo de alcohol en vía pública, los cánticos festivos en alta voz o las exhibiciones de partes pudendas con propósitos burlescos bajo pena de suspensión de un día de trabajo con sueldo y honores de Estado. Reincidir en tales comportamientos podría conllevar la reclusión indefinida en cualquiera de los balnearios regentados por mujeres de moral laxa que el Estado posee.
Y por si a algún Estado que recientemente se ha enemistado con otro, no quiero señalar a nadie, se le ocurriese reincidir o mantener las incursiones de sus cuerpos de seguridad en nuestro territorio, advertimos que:
2. Los duelos están permitidos siempre y cuando se produzcan al alba, tras la catedral más cercana y a primera sangre. El duelo debe plantearse con un guante de seda blanco que en ningún caso llegará a alcanzar proporciones cómicas ni superará un peso que permitiese tumbar a un ñu. Al menos uno de los dos contendientes debe superar indecentemente una tasa de alcoholemia compatible con la vida.
El Gobierno Tricefálico Vitalicio.